Una de las propuestas más discutidas en los últimos meses es la implantación de la jornada laboral de cuatro días a la semana.
Algunos expertos estiman que la reducción de jornada supondrá una mayor productividad por parte de los trabajadores que se siente con mayor bienestar, permitiendo equilibrar la vida laboral y personal, reduciendo las bajas laborales y ausentismo.
Se plantean, dos escenarios posibles, el primero atendiendo a un recorte del número de horas, que pasarían a ser 32 con las 40 horas semanales y 30 con la reducción de jornada a 37,5 horas y el otro manteniendo las horas, pero ajustando los días, es decir, concentrar las 40 horas semanales o 37,5 horas en cuatro días en lugar de cinco.
En Alemania, ya se ha probado la implantación de la jornada laboral de cuatro días, teniendo como resultado el bienestar y satisfacción de los empleados, así como de las empresas que han estimado incluso el aumento de la productividad.
No obstante, existen grandes inconvenientes en la implantación de la jornada laboral de cuatro horas en ciertos sectores. Así, en sectores de atención al cliente y empresas de cadena de suministros supondría un gran problema en la coordinación y contacto con los clientes. También sería necesario que los trabajadores contaran con gran capacidad para la gestión del tiempo, técnicas de productividad y herramientas de colaboración digital.
Tampoco resultaría posible implementar esta medida en todos los departamentos de una misma empresa, por lo que generaría malestar entre los empleados.
Esta medida cuenta con un amplio apoyo social en España, y empresas como Telefónica o Desigual están explorando esta opción. Sin embargo, por el momento, la legislación laboral en España no contempla la regulación de la semana laboral de cuatro días ni se prevé que esta se implemente de forma obligatoria, quedando, por ahora, a la libertad y voluntad de las empresas que puedan establecerlas.
